martes, 19 de abril de 2011

Con filosofía de libertad

Jauría está de estreno: tiene video clip nuevo y este sábado debuta en Capital Federal. Ciro Pertusi y Mauro Ambesi se sentaron a dialogar con El Acople sobre lo que muchos llaman el súper grupo.



En una sala del sexto piso de Sony Music, Ciro Pertusi y Mauro Ambesi de Jauría atienden los compromisos que tienen pautados con la prensa para promocionar su primer video clip, “Indios Kilme”, y su primera presentación en Capital Federal. Mientras El Acople espera su turno, afuera una de las empleadas del sello está arreglando para sacar dieciocho pasajes aéreos para la próxima presentación de Cordera en algún lugar del país, o del planeta. Quién sabe.

Una vez adentro, el cantante y el bajista de la flamante banda (que completan Ray Fajardo y Pichu Serniotti) se relajan y distienden un poco entre nota y nota. A Ciro le llama la atención una cámara que hay en una biblioteca que dice -Sólo un momento Kodak-. “¡Mirá qué bueno! Es la promoción del corte de Vicentico -Sólo un momento-”, resalta el ex-Attaque 77, e inmediatamente la deja y agarra un CD de Jauría en una cajita slim, como los discos piratas, y como un chico que encontró un juguete que no ve hace mucho tiempo, agrega: “Este es el demo que le trajimos a la compañía, tenía trece canciones, todavía faltaba `Tosco´ y alguna más”.

Los músicos se acomodan en un sillón delante de un ploteo con la publicidad de la banda. En el medio del cuarto hay una cámara para registrar entrevista y el camarógrafo da el visto bueno para que comience el diálogo.

¿Cómo estuvo el rodaje de “Indios Kilme” en Tucumán?
Ciro Pertusi: Estuvo increíble, muy bueno. Fueron cuatro días en total y tuvo varias facetas. Una de las partes más lindas fue trabajar con animales. Llegamos y estaban los entrenadores armando las escenas con los perros, que fue toda una cuestión de juego, y dijimos: “Dame uno, quiero hacerlo yo”. Entonces cada uno había agarrado al suyo, que son fortísimos, y había que arengarlos. Los entrenadores se ubicaban en un punto estratégico como para que ellos hagan un recorrido siguiendo su voz por entre medio de los pasadizos de la fortaleza Kilme, de la ciudad sagrada. Vos tenías que aguantarlos hasta que decían “Acción” y los otros iban gritando los nombres de los perros hasta que los teníamos que largar. ¿Sabés la fuerza que tenías que hacer para aguantarlos? Después fueron dos días de filmación de escenas nuestras con los saltos y las corridas por el lugar, y por último estuvo la jornada en que participó la comunidad Kilme, que estuvo muy copado y muy interesante el acercamiento a ellos. Hubo que explicarles que estábamos ahí por una causa justa y no por la foto y nada más. En un momento estaba el lugar vacío y Francisco Chaile, el cacique, se fue, dio una vuelta y ni diez minutos después aparecieron todos los micros con la comunidad.

Muchas de tus canciones tienen un tinte social. ¿Cómo elegís las historias que vas a contar?

CP:
Para mí es una cuestión instintiva. Es una especie de deuda que yo tengo con la almohada, es lo que a mí me hace descansar. Creo que llega la noche y quiero dormir y lo tengo al Gringo Tosco ahí dando vueltas en la cabeza, en la marcha constantemente adelante y me está pidiendo algo, como lo de Favaloro. Voy por olfato, hay como una cosa del más allá que me está tirando algo para hacer. Es lo mismo que ahora, que sentimos inminente esto de ligarnos a los Kilme, a los pueblos originarios, pero no por la banderita política sino porque ellos protegen a la madre naturaleza, que es su Dios, entonces nosotros creemos que hay una re evolución por ese lado.

Durante este verano Jauría debutó en Mar del Plata y se presentó en los festivales Epecuén y Cosquín Rock, pero la historia había empezado hacía más de un año atrás. Mientras Ciro estaba autoexiliado en México, Mauro se juntó con Ray y Pichu para empezar con los ensayos y, casualidad o causalidad, uno de los primeros temas que ensayaron fue “El Perro”, del disco “Amén” (1995) de Attaque 77. “Fue como haber estado jugando en reserva y ponerse la camiseta para salir a primera”, afirma el bajista que, si bien es el menos reconocido de los cuatro, pasó años tocando en De Romanticistas Shaolin´s, también junto a Deborah del Corral y siempre estuvo muy ligado a los hermanos Pertusi.

Ciro, en una entrevista dijiste que no hay que perder el espacio de ensayo. ¿Cómo manejan eso con vos viviendo en Bahía Blanca?

CP:
Viajo cuatro o cinco días antes y me meto a full a ensayar. Lo bueno es que llegamos con unas ganas de locos a la sala y eso está buenísimo. Se torna asiduo porque hacés notas y tenés que cubrir demasiadas cosas a la vez, pero venimos con mucha pila y llega un momento en que ya nos extrañamos. Aparte hay cosas a favor, como el hecho de que Ray y Pichu tienen sus estudios y trabajan con programas como Protools, donde tienen las sesiones del disco abiertas y pueden ensayar individualmente. Si ellos quieren juntarse pueden disparar mis voces y que quede un Ciro virtual ahí cantando, y está buenísimo porque se ponen re al día. Pero no hay duda alguna que el ensayo es fundamental.

El día está atravesando su cenit y los músicos no descansan. Ciro se para y se acerca a una mesita con facturas y sándwiches que hay en un costado, agarra uno y vuelve al sillón. “Yo hablo así total es para gráfica”, se justifica mientras almuerza.

El cantante confiesa que lo primero que quiso hacer fue convencer a Fede, su hermano y primer vocalista de Attaque, de rearmar su ex banda De Romanticisras Shaolin´s y ponerse en función del grupo, pero el menor de los Pertusi siempre le huyó a estar adelante de un proyecto grande, por eso es que se fue de Attaque a principios del ´90, cuando sintió que se le iba de las manos.

Se podría decir que tuviste una suerte de “síndrome Fede Pertusi”, pero 20 años después.

CP: Claro, tal cual. Por eso siempre lo entendí, soy re-contra comprensivo con él porque es un tipo que le gusta el anonimato y luchó mucho por ese lugar y comprendo su historia. Un día me dijo: “Vos tenés pasta para estar ahí; yo no. Yo soy más del fondo creativo”, y bueno, contaré con él como siempre conté. Mi hermano fue una parte para mí, no visible para el resto de la gente, durante toda la carrera. Fue un gran sostén en muchos aspectos y artísticamente colaboró un montón conmigo. Y ahora con Jauría tal vez no lo tendré ahí al frente, pero está desde la composición. Además está Mauro, que es de la familia por elección, es Romanticista, y es parte de él también. Entonces Fede está siempre muy presente.

La entrevista está llegando a su fin pero ellos van a seguir durante todo el día. Se los ve ansiosos y entusiasmados, pero además sorprendidos: “No nos esperábamos tanta cuestión simbiótica. Un montón de gente estaba esperándolo. Parece que responde a una necesidad comunal de muchos que tenían que ver con El Otro Yo, Attaque y Cabezones que quedaron un poco dispersos. Por otro lado, todos los seguidores de Romanticistas se sienten identificados. Gente que estaba muy dispersa y necesitaba un punto de encuentro. Me parece que el concepto jauría los aúna en la cuestión de lo que es lo mestizo. Que andábamos todos desperdigados por ahí, como perros sin hogar, y nos encontramos en esta”.

Texto: Guido Martínez

***Entrevista publicada en www.elacople.com***

martes, 12 de abril de 2011

Un impaciente encubierto

A mediados de abril presentarán su nuevo álbum en el Luna Park. Durante un paso fugaz por Buenos Aires, Emiliano Brancciari, cantante de NTVG, habló con El Acople sobre su última producción, su manera de componer y lo que le molesta de su profesión.



Un dicho popular aboga que no hay mal que por bien no venga, y en este caso tal vez sea así. Si el destino hubiese estado a favor del amor eterno tal vez No Te Va Gustar no existiría, ya que Emiliano Brancciari, su cantante, se fue a vivir a Uruguay cuando tenía doce años, luego de la separación de sus padres. Su madre, uruguaya, no tenía trabajo y decidió ir a hospedarse con sus familiares del otro lado del charco. “Al principio pensaba en volver todo el tiempo, pero ahora ni loco. Se vive a otra velocidad. Los primeros meses era como un sapo de otro pozo, era el porteño, y después empecé a tener más amigos donde estudiaba y cuando arrancamos con la banda, ni hablar”, asegura el músico echado en un sillón de un hotel por Palermo, al día siguiente de haberse presentado en la Fiesta Provincial de la Vendimia en Villa Reggina, Río Negro.

Para NTVG, dos años es tiempo más que prudencial para grabar un disco de estudio, ya sea por la cantidad de canciones que componen en ese tiempo, porque llegan a presentarse varias veces en las ciudades más importantes o porque es hora de renovar el espectáculo. Así que a fines del año pasado editaron “Por lo menos hoy”, su sexto álbum de estudio.

La mayoría de sus discos tienen productores diferentes. ¿Qué les aportó Juanchi Baleirón?
Ayudó muchísimo, es un estudioso de la psicología musical y logra que cada uno se sienta a gusto con lo que aporta, y más teniendo en cuenta que somos un grupo numeroso donde se hace difícil que todos estén motivados y conformes, o crean que están conformes por lo menos (risas). Viajó mucho a Montevideo, fue antes a pre-producir con nosotros y volvió para la grabación. La convivencia fue buenísima.

Las letras de “Chau”, o “Ángel con campera”, entre varias otras, son más que nada nostálgicas. ¿Cuánto de tu carrera le debés a la melancolía?

Y… todo. La verdad que no sólo dentro de la música que hacemos nosotros, a mí me gusta escuchar melancolía. En el rock, en el tango, en el folclore; me hace bien. Se hace más difícil ponerse a componer cuando uno atraviesa un momento donde todo te sale bien, te parecés más a Palito Ortega (risas). Pero con el tiempo he logrado meterme en personajes también. Eso me dio una salida, una válvula de escape que me permite no andar escribiendo sólo sobre situaciones personales.

¿“Al vacío” fue algo personal?



Es una canción con mucha bronca. ¿Cómo la sentís a la distancia?

Es un tema al que quiero mucho. También hay que tener en cuenta que las canciones son sentimientos exagerados, vos nunca vas a escuchar una canción de amor que diga: “Te quiero un poquito”. Cuando le estás cantando algo a alguien es a la máxima potencia, y cuando estás enojado, lo mismo. A la distancia creo que la volvería a escribir, fue dedicada a varias personas pero no sé si lo saben. Nunca me dijeron nada ni volví a hablar.

Emiliano habla con la tranquilidad de un uruguayo pero es un impaciente encubierto. “Hay mucho tiempo muerto en esta profesión, y lo que más me fastidia son las esperas. Llegás varias horas antes a un aeropuerto porque tenés que despachar los instrumentos, después, cuando estás en el lugar del show, tenés que hacer tiempo hasta que armen todo para hacer la prueba de sonido y otro tanto hasta el momento de tocar. También, cuando estás grabando un disco, mientras no es tu turno tenés que esperar”, se confiesa el cantante.

El 19 de marzo van a presentaron “Por lo menos hoy” en Montevideo, y el 15, 16 y 18 de abril lo harán en el Luna Park.

Cuando Andrés Calamaro se presentó en Uruguay dijo que el público es más amargo que el mate. ¿Qué diferencias encontrás entre los fans uruguayos y los argentinos?

Cada público tiene sus pros y contras. Lo que tiene el argentino es que es más futbolero y eso está bueno en ciertos momentos y en otros no. Quizás el uruguayo sea más tranquilo, como el de algún lugar del interior de la Argentina, que también es sumamente disfrutable. Aparte, si son más amargos que el mate está bien, a mí el mate amargo me gusta (risas).




TXT: Guido Martínez
***entrevista publicada en www.elacople.com***

viernes, 1 de abril de 2011

El diablo se quiso asegurar una buena banda en el infierno

La relación entre Led Zeppelin y la magia negra.



Una vez más, el misterio y lo inverosímil rodearon a una de las bandas más influyentes y místicas del rock mundial: Led Zeppelin. La banda inglesa, pionera del hard rock, tuvo una estrecha relación con el diablo, la magia negra y el ocultismo. Si bien éste no fue el primer caso en el que se relacionó a algún artista con el mismísimo Lucifer –son muchos los que creyeron que Elvis Presley firmó un contrato con el Diablo y por eso movía la cadera como la movía (muy osado para la década del ´50)-, los creyentes del mito de Zeppelin sostuvieron que esta relación provocó varios accidentes –algunos fatales– en el seno del grupo y a sus allegados.

Según la leyenda, en 1968, tres miembros de la banda (el guitarrista Jimmy Page, el vocalista Robert Plant y el baterista John Bonham) firmaron un pacto con Satanás a cambio de fama y reconocimiento. El Diablo cumplió su parte del trato. Durante los doce años de carrera de la banda –1968-1980–, Led Zeppelin grabó nueve LP y vendió millones de copias, giró por todo el mundo y se presentó ante multitudes en estadios colmados de gente. Una parte del pacto estaba cumplida, mientras que la otra la pagó en cuotas el grupo.

En 1975, el cantante Robert Plant sufrió un accidente automovilístico junto a su esposa en una isla de Grecia. El cantante resultó gravemente herido y se suspendió la gira mundial de la banda. Plant tardó casi dos años en recuperarse del todo de aquel accidente. Durante ese tiempo, la banda grabó el disco Presence.

Apenas dos años después, en 1977, murió el primer hijo varón de Robert PlantKarac, de cinco años– a causa de una extraña infección estomacal. El cantante se vio muy afectado por la muerte de su hijo y estuvo a punto de abandonar la banda. Además, existieron rumores que aseguraron que Plant acusó a Jimmy Page por el fallecimiento de su hijo debido a las prácticas de magia negra y ocultismo que practicaba el guitarrista.

En septiembre de 1980, un nuevo accidente puso fin a la carrera de Led Zeppelin. En este caso, la víctima fue el baterista John Bonham, que falleció durante una fiesta en la mansión de Jimmy Page. Luego de una dura borrachera, el baterista murió asfixiado tras haberse tragado accidentalmente su propio vómito.

Existen otros motivos por los cuales Led Zeppelin, en especial Jimmy Page, fue relacionado con la magia negra y el ocultísmo.

El guitarrista fue considerado el segundo mayor coleccionista de artículos de Aleister Crowley, un famoso mago negro del siglo XX, considerado el más perverso del mundo. Page tuvo una librería dedicada al ocultismo en Londres que se llamó "The Equinox Booksellers and Publishers”, donde publicó el libro The Goetia, de Aleister Crowley, en su edición de 1904. Además, el músico compró, en 1970, Boleskine House –la casa donde vivió el mago hasta principios de la década del ´10–, en Escocia, a orillas del conocido Lago Ness. La vivienda fue construida sobre las cenizas de una iglesia que se quemó con el párroco dentro y en la parte trasera de la mansión existió un cementerio privado. Crowley realizó innumerables misas negras y todo tipo de conjuros en la residencia, incluso creyeron que se realizaron sacrificios humanos. Según un documental del programa español Cuarto Milenio, la casa estaba rodeada por un sector de naturaleza muerta en un bosque que de noche es uno de los más oscuros. Aún hoy, la vivienda conserva el misticismo de antaño. El guitarrista decidió vender la vivienda en 1990 y nunca quiso hablar de lo sucedido durante aquella época. Por estos días, la mansión está en manos de un dueño privado que no permite visitas. De todos modos, la residencia se puede ver desde la calle y en el fondo se distinguen varias tumbas excavadas.

Jimmy Page permitió, entre otras cosas, que rodaran algunas escenas de la película Lucifer Rising, un film que realizó el director Kenneth Anger – otro admirador de Aleister Crowley– en su casa de Londres, The Tower House. Además, el músico fue invitado a participar de la banda de sonido de la película, pero debido a los problemas que Page tenía con las drogas, sólo logró escribir 23 minutos de música en tres años y al director le pareció insuficiente.


Los fanáticos de la leyenda aseguraron que Led Zeppelin dejó varias claves sobre el ocultismo y su relación con la magia negra en su obra. El cuarto disco de la banda, comúnmente conocido como Led Zeppelin IV, fue el más exitoso de su carrera; y a su vez fue el que encerró más misterio. La portada del LP no tenía nada escrito –ni el nombre de la banda ni el título del disco– pero en un costado aparecían cuatro símbolos que representaban a cada uno de sus integrantes. Una vez más, Page estuvo relacionado con el Diablo. Según el programa Cuarto Milenio, el símbolo –Zoso– que representaba al guitarrista fue una firma manuscrita del diablo Asmodeo en uno de sus pactos del siglo XVII. Por otro lado, siempre fue bastante común acusar a los artistas, desde bandas como The Beatles hasta la cantante brasilera Xuxa, de dejar mensajes satánicos si se reproducían las canciones al revés, y Zeppelin no fue la excepción. “Here's to my sweet satan”, –Aquí está mi dulce Satanás– fue lo que muchos aseguraron escuchar en la canción Stairway to Heaven, del disco Led Zeppelin IV.

En 2007, a más de 27 años de la disolución del grupo, Jimmy Page, Robert Plant, el bajista John Paul Jones y el hijo de John Bonham en la batería, se presentaron en el O2 Arena de Londres ante veinte mil personas. ¿Habrán hecho una renovación del contrato para poder tocar durante dos horas con más de sesenta años?
TXT: Guido Martínez
***artículo publicado en la revista virtual Santuariock***