martes, 12 de abril de 2011

Un impaciente encubierto

A mediados de abril presentarán su nuevo álbum en el Luna Park. Durante un paso fugaz por Buenos Aires, Emiliano Brancciari, cantante de NTVG, habló con El Acople sobre su última producción, su manera de componer y lo que le molesta de su profesión.



Un dicho popular aboga que no hay mal que por bien no venga, y en este caso tal vez sea así. Si el destino hubiese estado a favor del amor eterno tal vez No Te Va Gustar no existiría, ya que Emiliano Brancciari, su cantante, se fue a vivir a Uruguay cuando tenía doce años, luego de la separación de sus padres. Su madre, uruguaya, no tenía trabajo y decidió ir a hospedarse con sus familiares del otro lado del charco. “Al principio pensaba en volver todo el tiempo, pero ahora ni loco. Se vive a otra velocidad. Los primeros meses era como un sapo de otro pozo, era el porteño, y después empecé a tener más amigos donde estudiaba y cuando arrancamos con la banda, ni hablar”, asegura el músico echado en un sillón de un hotel por Palermo, al día siguiente de haberse presentado en la Fiesta Provincial de la Vendimia en Villa Reggina, Río Negro.

Para NTVG, dos años es tiempo más que prudencial para grabar un disco de estudio, ya sea por la cantidad de canciones que componen en ese tiempo, porque llegan a presentarse varias veces en las ciudades más importantes o porque es hora de renovar el espectáculo. Así que a fines del año pasado editaron “Por lo menos hoy”, su sexto álbum de estudio.

La mayoría de sus discos tienen productores diferentes. ¿Qué les aportó Juanchi Baleirón?
Ayudó muchísimo, es un estudioso de la psicología musical y logra que cada uno se sienta a gusto con lo que aporta, y más teniendo en cuenta que somos un grupo numeroso donde se hace difícil que todos estén motivados y conformes, o crean que están conformes por lo menos (risas). Viajó mucho a Montevideo, fue antes a pre-producir con nosotros y volvió para la grabación. La convivencia fue buenísima.

Las letras de “Chau”, o “Ángel con campera”, entre varias otras, son más que nada nostálgicas. ¿Cuánto de tu carrera le debés a la melancolía?

Y… todo. La verdad que no sólo dentro de la música que hacemos nosotros, a mí me gusta escuchar melancolía. En el rock, en el tango, en el folclore; me hace bien. Se hace más difícil ponerse a componer cuando uno atraviesa un momento donde todo te sale bien, te parecés más a Palito Ortega (risas). Pero con el tiempo he logrado meterme en personajes también. Eso me dio una salida, una válvula de escape que me permite no andar escribiendo sólo sobre situaciones personales.

¿“Al vacío” fue algo personal?



Es una canción con mucha bronca. ¿Cómo la sentís a la distancia?

Es un tema al que quiero mucho. También hay que tener en cuenta que las canciones son sentimientos exagerados, vos nunca vas a escuchar una canción de amor que diga: “Te quiero un poquito”. Cuando le estás cantando algo a alguien es a la máxima potencia, y cuando estás enojado, lo mismo. A la distancia creo que la volvería a escribir, fue dedicada a varias personas pero no sé si lo saben. Nunca me dijeron nada ni volví a hablar.

Emiliano habla con la tranquilidad de un uruguayo pero es un impaciente encubierto. “Hay mucho tiempo muerto en esta profesión, y lo que más me fastidia son las esperas. Llegás varias horas antes a un aeropuerto porque tenés que despachar los instrumentos, después, cuando estás en el lugar del show, tenés que hacer tiempo hasta que armen todo para hacer la prueba de sonido y otro tanto hasta el momento de tocar. También, cuando estás grabando un disco, mientras no es tu turno tenés que esperar”, se confiesa el cantante.

El 19 de marzo van a presentaron “Por lo menos hoy” en Montevideo, y el 15, 16 y 18 de abril lo harán en el Luna Park.

Cuando Andrés Calamaro se presentó en Uruguay dijo que el público es más amargo que el mate. ¿Qué diferencias encontrás entre los fans uruguayos y los argentinos?

Cada público tiene sus pros y contras. Lo que tiene el argentino es que es más futbolero y eso está bueno en ciertos momentos y en otros no. Quizás el uruguayo sea más tranquilo, como el de algún lugar del interior de la Argentina, que también es sumamente disfrutable. Aparte, si son más amargos que el mate está bien, a mí el mate amargo me gusta (risas).




TXT: Guido Martínez
***entrevista publicada en www.elacople.com***

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